To the People of the Republic:
I grew up knowing that maps did not include us. Not the maps in classrooms that erased whole borders, and not the maps in politics that carved us into pieces. The lines drawn on paper always seemed to belong to someone else. They were never drawn for people like me.
A republic, we are told, rests on representation. But representation is not what these lines deliver. Instead of connecting us, they contain us. The same power once used to build routes of communication is now used to build walls of exclusion. The message of equality is stopped before it reaches the people.
This weapon has a name: gerrymandering. It is the art of looking at living communities and deciding which voices count. They call it strategy. I call it a confession. Because the rulers no longer even pretend to hide their intentions. The numbers speak plainly: where communities of color grow, districts are redrawn to shrink them. We are packed together so our strength is wasted, or cracked apart so our voices scatter. They think this is invisible. They think we don't see. But we do.
These maps are not neutral. They are walls of confinement. They are borders of fear. On paper they satisfy “one person, one vote,” but in practice they make a mockery of the promise. What was once supposed to connect the people has been rewritten to divide them. A safeguard against faction has become the tool of faction itself.
The rulers whisper about law and order. But lines that cage are not order; they are domination. Lines that silence are not law; they are fraud. They forget that a republic cannot endure when its foundation is sketched to exclude the very people it claims to serve.
"The republic cannot endure when voices are detained. Our silence was never part of consent."
PEDRENUS
Al Pueblo de la República:
Crecí sabiendo que los mapas no nos incluían. Ni los mapas en las aulas que borraban fronteras enteras, ni los mapas en la política que nos dividían en pedazos. Las líneas dibujadas en el papel siempre parecían pertenecer a otra persona. Nunca fueron dibujadas para gente como yo.
Una república, se nos dice, se basa en la representación. Pero la representación no es lo que estas líneas ofrecen. En lugar de conectarnos, nos contienen. El mismo poder que una vez se usó para construir rutas de comunicación ahora se usa para construir muros de exclusión. El mensaje de igualdad es detenido antes de que llegue al pueblo.
Esta arma tiene un nombre: gerrymandering. Es el arte de observar comunidades vivas y decidir qué voces cuentan. Lo llaman estrategia. Yo lo llamo una confesión. Porque los gobernantes ya ni siquiera fingen ocultar sus intenciones. Los números hablan claro: donde crecen las comunidades de color, los distritos se redibujan para reducirlas. Nos agrupan para que nuestra fuerza se desperdicie, o nos dividen para que nuestras voces se dispersen. Creen que esto es invisible. Creen que no lo vemos. Pero lo hacemos.
Estos mapas no son neutrales. Son muros de confinamiento. Son fronteras de miedo. Sobre el papel satisfacen “una persona, un voto”, pero en la práctica se burlan de la promesa. Lo que una vez se suponía que conectaría al pueblo ha sido reescrito para dividirlo. Una salvaguarda contra la facción se ha convertido en la herramienta de la facción misma.
Los gobernantes susurran sobre la ley y el orden. Pero las líneas que enjaulan no son orden; son dominación. Las líneas que silencian no son ley; son fraude. Olvidan que una república no puede perdurar cuando sus cimientos están diseñados para excluir a las mismas personas a las que dice servir.
"La república no puede perdurar cuando las voces son detenidas. Nuestro silencio nunca fue parte del consentimiento."
PEDRENUS